jueves, 26 de noviembre de 2009

Odio.

Odio el humo de los bares, el estar tan lejos de ti teniéndote delante

Los abrazos a distancia

Y tus besos, con los cuales intentas romper tu ausencia de deseo

Me entristecen los semáforos en rojo

Ver tu figura diciéndome adiós a través de la ventanilla, mojada por la lluvia

Aunque afuera no llueva

Girarme, y verte mirar a través de tu ventana

Quién sabe, a lo mejor me ves llorando

Pero tú no. Tú sonríes.

Los atascos, ahora son más lentos

Cada línea recta me recuerda a ti, cada línea curva es una noche contigo.

Cada flor que habita en el jardín, cada rincón de mi casa.

El subir los escalones, bajarlos.

Todo paso entorpecido por el eco de mi avance.

No hay un sillón que no huela a tu perfume.

Tu lado de la cama, no me atrevo a quitarle las arrugas.

Puedo imaginar verte pasear desnuda por el pasillo.

Lo bien que te quedaban mis camisas sin nada debajo. Mejor todavía cuando no llevabas nada.

Puedo sentir el olor de tu cuerpo después de una noche de sexo.

Puedo verte salir de la ducha con esa delicadeza que sólo tú tenías.

Volver a sentir tus labios acariciándome la espalda.

Volver a sentir tus abrazos, tu pecho desnudo sobre mi tripa mientras escuchas los latidos de mi corazón.

Los que latían por ti, los que ahora ya no laten.

Ahora sé que todo eso es imposible.

Ahora sé que ya nada será lo mismo.

Ya nadie pasea por la casa, excepto mis recuerdos.

Ya no me tumbo en la cama mientras te escucho en la bañera, mientras imagino ser cada gota que desciende de tu cuerpo desnudo.

Ya no hay noches de lujuria. Mi casa, ya no huele a ti, sino a tu pasado.

Ya no siento caricias, sólo heridas abiertas.

Mis camisas, ahora, se aburren en aquel cajón olvidado.

De donde yo provengo, donde nadie me conoce, y todos me odian.

De donde yo me odio.

De donde yo te odio.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Cuerpo y Alma

Muerte. Trágico es el final que nos depara el destino. Pero no sólo en cuerpo, sino en alma. A lo largo de la historia, diferentes religiones, culturas y filosofías han atribuido- no en todos los casos pero si en la mayoría- al alma el poder de la inmortalidad. El alma como aquello eterno. Lo que perdura tras la muerte, todo lo inmaterial de nuestro ser. Todo lo que no llegamos a entender, lo más puro del ser, todos nuestros sentimientos. La subjetividad de nuestro yo permanecerá junto al alma tras la muerte, pues será quien nos la arrebate. Pues será la encargada de la perpetuidad de nuestra esencia, de nuestros recuerdos. De nuestro dolor.

Dicen que la cara es el espejo del alma, pero ¿de qué es espejo el alma? ¿De nuestro cuerpo? El cuerpo es la herramienta que utiliza nuestra alma para comunicarse. Nuestros pensamientos salen del alma mediante códigos que el cuerpo utiliza. Pero si el alma representa la pureza de nuestro ser, el cuerpo representa lo deshonesto, lo vulgar, lo mezquino. Luego, el cuerpo es quien miente, quien tiene la última voluntad de expresarse de una forma u otra. Los prejuicios forman parte del cuerpo. El orgullo, el mirar por encima del hombro a otros seres distintos a nosotros, pues todos somos diferentes. Todo eso lo decide el cuerpo.

Nos creemos mejores que otras personas sólo porque actúan de una forma distinta a nosotros. Creemos ser los más listos, los más rápidos, los más bondadosos. El cuerpo hace que creamos que nadie es mejor que nosotros, que todos son inferiores, cuando, lo cierto, es que todos somos la misma materia orgánica en descomposición que tarde o temprano abandonará este estúpido mundo que nosotros mismos hemos creado de esa forma. Nos gusta comportarnos así porque el cuerpo nos engaña y evita que, por un instante, reflexionemos sobre nosotros mismos y contemplemos el propio fallo de nuestra mierda danzante. El cuerpo nos impide ver lo egoístas que somos. Nos engaña. Nos hace ver lo deprimentes que son ellos y lo espectaculares que somos nosotros. Damos pena.

Pero el alma no. Nuestro cuerpo es nada en comparación con la eternidad de nuestra alma. El alma es limpia. El alma es pura, no nos miente. Cuando morimos, nuestro egoísmo desaparece. Permanecen todos los buenos recuerdos, también muchos recuerdos dolorosos, pues éstos llegan de recuerdos bonitos. Amar es el empiece de la palabra amargura, decía aquella canción. Pues sí, lo es. Y por eso mismo muchos de nuestros malos recuerdos llegan de, incluso, los mejores momentos de nuestra vida.

Nuestra alma se encarga de mantener vivos tras nuestra muerte esos momentos en la mente y corazones de nuestros seres queridos. Tras la muerte, el cuerpo se pudre poco a poco con todo lo deshonesto que lo formaba mientras que lo mejor de nosotros queda dentro de nuestros familiares y amigos. A su vez, el alma vuela libremente con toda la pureza que queda guardada para la eternidad. Será por eso que dicen que cuando morimos pasamos a un mundo mejor. Es una lástima que tengamos que morir para descubrir ese mundo. Si todos fuéramos un poco, tan sólo un poco, más humildes con nosotros mismos y con el prójimo no necesitaríamos el cielo, ya viviríamos en él.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

7 vidas tiene un gato.

Ven, acércate.
Ya no recordaba la silueta de tu cuerpo, por favor, siéntate.
No te preocupes por la temperatura del suelo, nuestra llama lo mantendrá caliente.
Volver a ver tu sonrisa, se me hace extraño.
Abre bien los ojos.
Yo cerraré los míos, para verte otra vez.
Ahora ciérralos tú, dime qué ves.
Cógeme la mano, siente la fina textura de mi piel, como hacíamos antes.
Cuando nos sentíamos. Cuando nos abrazábamos. Cuando éramos nosotros.
Cuando éramos uno solo.
Apriétala fuerte.
Suéltala. No te asustes.
Es extraño, el suelo sigue frío.
Te llego a tocar, pero te veo distante. Como si te fueras
Como si no quisieras regresar.
Por qué te vas. No te entiendo.
Las paredes parecen congelarse.
Mis manos se mojan. Empieza a llover.
Afuera hay un sol radiante.
No puedo más, el suelo cada vez está más frío.



Recuerdas nuestro último día?
Desde entonces ando por los callejones,
Tengo miedo a las grandes avenidas
Donde pasea mucha gente ajena a mí
Donde me puedo cruzar con tus ojos, otra vez.
Prefiero la oscuridad a toparme con la luz de tu sonrisa
La que iluminaba mis mañanas frías
La que ahora ya no sonríe cuando me ve,
Porque prefiere no verme
La que ya no me acaricia. Sólo señala.
La que prometió un día serme fiel
La que mintió.
Yo todavía lo recuerdo
Pensaba que lo tenía olvidado.