Odio el humo de los bares, el estar tan lejos de ti teniéndote delante
Los abrazos a distancia
Y tus besos, con los cuales intentas romper tu ausencia de deseo
Me entristecen los semáforos en rojo
Ver tu figura diciéndome adiós a través de la ventanilla, mojada por la lluvia
Aunque afuera no llueva
Girarme, y verte mirar a través de tu ventana
Quién sabe, a lo mejor me ves llorando
Pero tú no. Tú sonríes.
Los atascos, ahora son más lentos
Cada línea recta me recuerda a ti, cada línea curva es una noche contigo.
Cada flor que habita en el jardín, cada rincón de mi casa.
El subir los escalones, bajarlos.
Todo paso entorpecido por el eco de mi avance.
No hay un sillón que no huela a tu perfume.
Tu lado de la cama, no me atrevo a quitarle las arrugas.
Puedo imaginar verte pasear desnuda por el pasillo.
Lo bien que te quedaban mis camisas sin nada debajo. Mejor todavía cuando no llevabas nada.
Puedo sentir el olor de tu cuerpo después de una noche de sexo.
Puedo verte salir de la ducha con esa delicadeza que sólo tú tenías.
Volver a sentir tus labios acariciándome la espalda.
Volver a sentir tus abrazos, tu pecho desnudo sobre mi tripa mientras escuchas los latidos de mi corazón.
Los que latían por ti, los que ahora ya no laten.
Ahora sé que todo eso es imposible.
Ahora sé que ya nada será lo mismo.
Ya nadie pasea por la casa, excepto mis recuerdos.
Ya no me tumbo en la cama mientras te escucho en la bañera, mientras imagino ser cada gota que desciende de tu cuerpo desnudo.
Ya no hay noches de lujuria. Mi casa, ya no huele a ti, sino a tu pasado.
Ya no siento caricias, sólo heridas abiertas.
Mis camisas, ahora, se aburren en aquel cajón olvidado.
De donde yo provengo, donde nadie me conoce, y todos me odian.
De donde yo me odio.
De donde yo te odio.